15 abril 2010

Conversaciones

Mafalda está llevando a cabo un atentado terrorista con algún que otro comportamiento kamikace contra la puerta de mi habitación...
Si, está cerrada...Y se está rompiendo las uñas para abrirla mientras va levantando la pintura de la madera...

- ¿Qué te pasa Mafi?
- Guauuu –silencio- guuuuur...guuuuurr.... ¡Guau!
- Pues tú más...
- Guau, guau, guau...
- Que no insistas, tú mucho más, tú eso y infinito más uno...

Se queda en silencio, tuerce la cabeza, me mira con sus ojos pintados, me enseña el culo mientras va a la cocina –glup, glup, glup- Está seca...

- Mafi...Ven, anda, por favor...
- ¡Guau! ¿Si? –Mientras se chupa el hocico, mientras se relame, mientras las gotas caen en el suelo del comedor-
- El mundo está jodido... ¿No tienes calor? Que sepas que no tenemos ni un duro, ni un vestido decente para esta noche, además... los huesos están carísimos, y los mosquitos comercializan con nuestra sangre a precio de caviar... ¿Me prestas tus orejas?
- Mmmmmhhhhh – Se tumba, lanza una mirada hacía mi, mezcla de pena y misericordia, se chupa la pata, empieza a roncar...-
- Bueno vale, ya me callo... ¿Pero...Me las prestas?
- ¡Guau! No.

Resignación perruna.
Se queda a mis pies. No tiene nada mejor que hacer en los próximos 10 años.
Voy a comprarle un libro de autoayuda y unas gafas de ver de cerca, voy a abrirle la puerta.

01 abril 2010

Apátridos


Pasan las horas, que no son horas, sino tiempo embalsamado en barcas transatlánticas de velas verdes.

Saltan los minutos de tu ventana a la mía, y los estados, y los golpes a los mismos, mientras que crecen flores al pie de los cristales que se marchitan en cada vago anochecer.

Hoy, pasearemos por los mismos lugares…Por el todo y la toda poderosa nada mientras jugamos a romper los hilos podridos que hacen que el mundo gire en su sinsentido artificial.

Tú, por tu parte, eres dueño de tus pies y has alquilado tus pasos, niño de pelo plata y ojos enfermos de taquicardia.

Y yo soy desde tiempos ancestrales, la Dama de los Gatos. La que alimentará tus maullidos cuando tus bigotes te guíen a este lado del espejo.