22 marzo 2010

Males mayores

Mafi, tiene problemas de hipocondría.

Es medio comprensible. Es joven y ama su vida perruna, así que la no existencia, la ausencia de pelotas, piedras, comida o sofás en los que recaer le da miedo, le asusta, y además le parece insulso.
Por eso, cada vez que le pasa algo, tiene unos gravísimos ataques de pánico que ni con un buen hueso se pueden engañar o hacer desaparecer.

El otro día, sin ir más lejos, tenía molestias en un ojo…
Estaba triste y pensativa, con el párpado bajo y las orejas gachas…

- ¿Qué te pasó Mafi?
- Creo que pillé el moquillo –Me dice con la mirada-
- No lo creo…No estás resfriada y además estás vacunada…
- Bueno…¡Guau! Y… ¿Lismania?
- Mmmm…Llevas el collar que te protege de los mosquitos, además… ¿Te ves alguna picadura?
- Y… ¡Guau! Creo que no… ¡Yo qué sé! Soy solo un animal con poca conciencia…

Consigue pegarme sus miedos. Así que empezamos a correr escaleras abajo como si estuviera a punto de derrumbarse el edificio para ir a la consulta del veterinario…
Salimos con prisa y bien decididas, mirando al frente, siempre al frente, y con muchísima determinación, hasta que se sentó en mitad de la cera y me miró fijamente torciendo su cabeza y agachando su rabo…

- ¡Guau! Yo quería ser una perra guía, una perra de salvamento, hacer algo importante…
- Así que es eso…Estás enferma de frustración…
- …. –Agacha la hozico avergonzada mientras mira de reojo el trozo de pan duro que hay unos metros más adelante-
- Tranquila, te voy a comprar un arnés y unas botas de montañismo, cada tarde me haré la ciega de 5 a 7 y esconderé cosas valiosas en la casa para que las encuentres…
- ¡Guau! ¡Guau! En realidad creo que…Se me metió esta mañana un palito en el ojo mientras...Olfateaba siguiéndole el rastro a un labrador… -Todo esto lo dice con la lengua fuera, una sonrisa encantadora y dos pestañeadas irresistibles-

¡Perros del primer mundo!

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